En la realidad actual coexisten diferentes confesiones religiosas y corrientes de espiritualidad con las que compartimos la búsqueda del bien de la humanidad y del planeta. En Jesús, Dios se nos manifiesta como el Dios encarnado que entra en diálogo con la humanidad. Esta certeza nos compromete a:
1. Expresar con autenticidad y coherencia nuestra fe en Jesús a través de la espiritualidad que nos identifica y el estilo de vida que ésta implica. Impulsar la formación en teología y el conocimiento de otras religiones para posibilitar un diálogo fundamentado que sea riqueza para todos.
2. Favorecer el encuentro sincero con personas de otras creencias, de tal manera que sea posible: conocer, respetar, acoger, crear lazos de amistad, valorar su vivencia espiritual y hacer camino ecuménico e interreligioso en la búsqueda de la trascendencia, la justicia, la paz y el bien común.
3. Fortalecer en nuestras obras apostólicas los espacios de formación que permitan conocer, valorar y dialogar con las distintas tradiciones religiosas; tender puentes de encuentro en los que confluyan nuestras sintonías y se evidencie la comunión.
4. Participar, en cada contexto, en espacios que propicien el encuentro y el diálogo ecuménico e interreligioso.
Para seguir pensando:
Santa Juana es modelo y ejemplo de diálogo interreligioso. Se educa en la divergencia y en el encuentro, aprendiendo a discernir, razonar, distinguir, elegir. Aprovecha y valora lo mejor de cada una. No descarta porque sí. Trasciende las formas y busca el contenido. En su proyecto se inspira, nutre e ilumina con las enseñanzas de Miguel de Montaigne, pero también recuerda sus primeros años de educación calvinista, rescatando aquéllas experiencias que juzga buenas y provechosas. Nuestra realidad nos pide que echemos las redes al mundo con otros y otras que, con otra mirada, buscan también la trascendencia, el bien común, la justicia.
1. Expresar con autenticidad y coherencia nuestra fe en Jesús a través de la espiritualidad que nos identifica y el estilo de vida que ésta implica. Impulsar la formación en teología y el conocimiento de otras religiones para posibilitar un diálogo fundamentado que sea riqueza para todos.
2. Favorecer el encuentro sincero con personas de otras creencias, de tal manera que sea posible: conocer, respetar, acoger, crear lazos de amistad, valorar su vivencia espiritual y hacer camino ecuménico e interreligioso en la búsqueda de la trascendencia, la justicia, la paz y el bien común.
3. Fortalecer en nuestras obras apostólicas los espacios de formación que permitan conocer, valorar y dialogar con las distintas tradiciones religiosas; tender puentes de encuentro en los que confluyan nuestras sintonías y se evidencie la comunión.
4. Participar, en cada contexto, en espacios que propicien el encuentro y el diálogo ecuménico e interreligioso.
Para seguir pensando:
Santa Juana es modelo y ejemplo de diálogo interreligioso. Se educa en la divergencia y en el encuentro, aprendiendo a discernir, razonar, distinguir, elegir. Aprovecha y valora lo mejor de cada una. No descarta porque sí. Trasciende las formas y busca el contenido. En su proyecto se inspira, nutre e ilumina con las enseñanzas de Miguel de Montaigne, pero también recuerda sus primeros años de educación calvinista, rescatando aquéllas experiencias que juzga buenas y provechosas. Nuestra realidad nos pide que echemos las redes al mundo con otros y otras que, con otra mirada, buscan también la trascendencia, el bien común, la justicia.
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