Echar las redes en solidaridad con los más pobres, haciendo visible la radicalidad del evangelio
Contemplar la realidad desde la mirada de Jesús nos impulsa a vivir un acercamiento real al mundo de los pobres, dejarnos afectar, modificar la vida y situarnos compasivamente ante la realidad de los sufrientes y excluidos. Esta llamada nos compromete a:
- Manifestar de forma clara y renovada nuestra opción por los pobres:
- adentrarnos en la realidad de las nuevas formas de pobreza que el mundo de hoy está generando;
- revisar en cada contexto dónde es más necesaria nuestra presencia;
- abrir caminos que den respuesta a las mayores urgencias.
- Explorar nuevas maneras de hacer red entre comunidades y obras de la Compañía de María y con otras Congregaciones, instituciones y grupos; potenciar actuaciones y buscar conjuntamente maneras audaces y creativas de incidir en la realidad.
- Discernir los lugares que hemos de atender preferentemente y apostar por ellos a nivel universal:
- Acompañar y fortalecer las presencias más frágiles que queremos mantener.
- Establecer redes de solidaridad entre las distintas obras y realidades para su mutua potenciación.
- Cualificar las experiencias de voluntariado para que sean, cada vez más, oportunidades de crecimiento humano tanto para los voluntarios y voluntarias como para las personas que acogen estos servicios.
- Potenciar la Fundación Internacional de Solidaridad Compañía de María (FISC) como un cauce, de carácter universal, de lucha contra la pobreza, de cooperación al desarrollo y de formación para la solidaridad y la justicia. Darla a conocer y reforzar su presencia en cada contexto.
Para seguir pensando:
En nuestro país, la pobreza es realidad y urgencia. La sociedad argentina ha tenido una respuesta solidaria frente a emergencias y catástrofes puntuales. Pero también espasmódica: a la convocatoria y reacción masiva, le sigue el rápido olvido y la indiferencia. Porque no logramos tomar conciencia de que la pobreza -como puede ser la inseguridad, la enfermedad, la injusticia social . es un problema nuestro, y no de los otros. Cuando un niño muere por hambre, a Dios se le muere un hijo, y a nosotros un hermano.
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