Echar las redes de manera educativa,
al estilo de Juana de Lestonnac
Una educación humanista-cristiana en un mundo plural es, en nuestro hoy, la respuesta que queremos dar en coherencia con la intuición primera de Juana de Lestonnac. Nos exige acompañar con lucidez a la persona, contextualizar los procesos educativos en cada realidad y continuar priorizando la atención a los jóvenes, la mujer y la familia. Nuestro estilo educativo nos compromete a:
- Impulsar la misión común en corresponsabilidad laicos-religiosas desde la identidad específica de cada uno.
- Ofrecer una educación integral que ayude a las personas a:
- Afrontar los retos del mundo, discernir y optar.
- Priorizar el valor de la vida y la dignidad humana, el diálogo, la justicia, la solidaridad, la responsabilidad y la búsqueda del bien común.
- Crecer en conciencia ecológica, de interdependencia con el universo, y en el compromiso de cuidar el planeta.
- Ofrecer espacios de crecimiento en la fe: educar para la trascendencia y anunciar la persona de Jesús y su proyecto. Esta educación es una llamada a ser, personal y colectivamente, testigos y referentes del Dios de Jesús.
- Impulsar planes y acciones que eduquen para la interioridad, la solidaridad, la justicia y la paz, en todas las plataformas, incidiendo en los diferentes ámbitos que las conforman.
- Recrear la intuición de Juana de Lestonnac: “La mujer debe salvar a la mujer”:
- Ahondar en nuestro ser de mujeres y discernir el modelo de mujer que transmitimos con nuestra presencia y acción educativa.
- Comprometernos en la defensa de la dignidad y derechos de las mujeres.
- Aportar nuestra identidad de mujeres en la Iglesia; tener una presencia activa desde una preparación y formación teológica.
- Implicarnos con las familias para asumir conjuntamente la tarea educativa y evangelizadora.
Conocer, respetar y acompañar las nuevas configuraciones familiares. Analizar qué transformaciones producen en la persona y qué podemos aportar desde nuestro estilo educativo.
- Renovar la opción por los jóvenes:
- Diseñar y llevar adelante los procesos de evangelización contando con los jóvenes y desde ellos.
- Crear espacios de encuentro donde puedan ser acompañados en la vivencia de la fe y en su compromiso con la sociedad.
- Ofrecer nuestro proyecto de vida religiosa como una opción válida hoy para el seguimiento de Jesús. Favorecer la existencia de comunidades de referencia y acogida a jóvenes.
- Potenciar, articular, sistematizar y compartir las acciones evangelizadoras, buscando la complementariedad.
- Acoger el Proyecto “Arte, Humanismo y Espiritualidad” como un camino de evangelización y acompañamiento de jóvenes. Concretarlo en el nivel local.
- Posibilitar experiencias de voluntariado que permitan el contacto con las realidades de pobreza e injusticia y muevan al compromiso.
- Asumir con responsabilidad la formación personal y profesional, por su repercusión en nuestro crecimiento como personas y en la tarea apostólica. Hacer llegar a otros y otras, a través de nuestros modos de relación, estilos de vida, acompañamiento educativo… lo que hemos recibido.
- Retomar e interiorizar las reflexiones educativas realizadas en estos últimos años y ponerlas en práctica de acuerdo a cada contexto.
Para seguir pensando:
Muchas veces miramos a los jóvenes de hoy, y nos parecen tan lejanos y diferentes de los jóvenes que fuimos nosotros. Pero ellos son "nuestros hijos", nuestro fruto, reflejo del mundo que les legamos, de nuestras propias luces y sombras. Tal vez, si sabemos mirar, podremos ver que la distancia no es tanta, que no hay un "ellos" y un "nosotros", sino un "todos" construyendo, mejorando, apostando al mañana, aceptando el desafío.
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