ANGELUS
V. El Ángel del Señor anunció a María,
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Avemaría.
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mi según tu palabra.
Avemaría.
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Avemaría.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.
Echar las redes para formarnos y configurar nuestro modo de ser y de relacionarnos con el mundo
Juana de Lestonnac estaba convencida de que de la atención dada a la formación depende en gran parte el futuro de la Compañía.
Vivir como mujeres en camino hacia la meta evangélica de la configuración con Cristo, nos impulsa a hacer de la formación una dinámica cotidiana a lo largo de toda la vida. Supone poner los medios para lograr una formación integral coherente con lo que somos como Compañía de María, con su espíritu y misión. Esta responsabilidad nos compromete a:
- Vivir personalmente en proceso de crecimiento y aprendizaje: hacer de la formación un estilo de vida que nos lleve a afrontar las diversas situaciones, relaciones, tareas… como espacio cotidiano en el que dejarnos configurar por los valores y criterios del evangelio.
- Alentar en nosotras el deseo y la necesidad de hacer un proceso formativo continuo que nos ayude a vivir con sentido lo que somos, a renovar nuestra disponibilidad y dinamismo apostólico y a realizar con competencia las tareas encomendadas.
- Profundizar en las Constituciones y otros documentos propios de la Compañía: dejar que iluminen y confronten nuestra vida, que nos ayuden a renovar la opción por Jesucristo y los intereses del Reino.
- Potenciar el acompañamiento como medio de crecimiento espiritual y formación continua. Cuidarlo especialmente en las religiosas recién profesas.
- Reconocer e impulsar la comunidad local como espacio privilegiado de formación:
- Asegurar que en cada contexto haya comunidades que por su dinámica y consistencia, y por el perfil de las personas que las integran, sean comunidades apostólicas formadoras, referentes para las que comienzan su vida religiosa y para los jóvenes.
- Explicitar en los proyectos apostólicos comunitarios las propuestas y medios de formación para cada una y para la comunidad. Señalar el modo de evaluarlo.
- Priorizar y programar las reuniones comunitarias, cuidar que sean espacios de formación en la vida y para la vida.
- Desarrollar en las Provincias un plan de formación continua que responda a las necesidades de las diversas fases de la vida y los diferentes ámbitos apostólicos. Prestar especial atención a etapas significativas: después de los Votos Solemnes, en la mitad de la vida y antes de la jubilación. Atender los momentos especiales (bodas de plata y oro…) como oportunidades privilegiadas de renovación, relectura de lo vivido y apertura a la siguiente etapa; cuidar que estas celebraciones sean acordes a nuestra opción de vida.
- En la formación inicial:
- Cuidar especialmente lo señalado en los documentos del Instituto. Hemos de conocerlos y hacerlos propios, porque todas somos responsables de la formación de las personas que se incorporan a la Compañía y porque los criterios que en ellos se recogen orientan la formación de cualquier etapa de la vida. Comprometernos al estudio del documento “La formación en la Compañía de María, nuestro modo de proceder[3]”.
- Prever y formar personas que puedan responsabilizarse de las etapas de formación inicial.
- Privilegiar la formación de las formadoras. Potenciar la relación entre ellas, tanto entre las responsables de las distintas etapas en una misma Provincia como entre las formadoras de las diferentes Provincias, para compartir experiencias e iluminarse mutuamente. Atender la preparación específica para acompañar a personas que proceden de diversos contextos culturales.
- Seguir reflexionando lo que implica la coexistencia de realidades culturales muy diferentes en las primeras etapas de formación.
- Prever a medio y largo plazo el itinerario formativo y académico de cada joven, incluyendo el aprendizaje de una segunda lengua, tratando de conjugar sus características y potencialidades con las necesidades de la Compañía.
- Elaborar nuevas propuestas que orienten la formación en el Carisma del Instituto: profundizar en las Constituciones, la Espiritualidad Ignaciana, los Documentos Fundacionales… y estudiar los textos y publicaciones que van recogiendo las reflexiones realizadas como Compañía.
Para seguir pensando:
El valor y la importancia de la formación. Una realidad cada vez más compleja, que nos formula nuevas preguntas y nos interpela , exige de nosotros una formación seria y conciente, volver a las fuentes, profundizar los documentos, para poder dar respuestas satisfactorias y fundamentadas. El tiempo que nos toca vivir nos pide más que buenas intenciones. Necesita de nuestra capacitación, nuestra reflexión y nuestro espíritu crítico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario