De la misma forma que el antiguo pueblo de Israel marchó durante cuarenta años por el desierto para ingresar a la tierra prometida, la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, se prepara durante cuarenta días para celebrar la Pascua del Señor. Si bien es un tiempo penitencial, no es un tiempo de tristeza o depresión. Se trata de una invitación a renovar la vida cristiana para poder participar con mayor plenitud y gozo del misterio pascual del Señor.
lunes, 8 de marzo de 2010
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